viernes, 17 de septiembre de 2010

Mar y mar.

Cuando recuerdas, vives ingeniosamente
y si simulas oír su voz, parece que está a tu lado.
No es más que la realidad, cómo cuando contabas
que con pies descalzos recorrías tu mar
de esa rivera que te vio nacer.

Ahora fumando un Cohiba, puedes regresar
con tu vino más helado que ayer,
y tus pantorrillas aun no cansadas
y mirar el horizonte con tu frente limpia.

Alguna vez, pensabas que podía mirarte
aun a lo lejos y susurrar mi cercanía,
con aromas de paellas y limeñadas,
con virreyes y mantos flamencos.

No es cierto que El Greco, pintó
sosegado por esa belleza que Toledo,
le devolvía?.
Así Gauguín y en Tahití y todos quienes, describían
con arte, su amor a esta naturaleza
que ahora se quebranta.

Qué me puede decir un caballero,
sin mas lisonjas que mirarle.
Dar un pañuelo aromático, para que
vuele al borde de tu océano,
sin barcos de por medio, y que
solo retorne la ansiada respuesta.

Un laberinto de palabras, que deriva
al compás de vuestra voz y mi sonrisa.
En un abrir y cerrar de este libro,
puedo ya tenerte.

(Tarde impía limeña)


2 comentarios:

JOSE AMORES GUARDO dijo...

Es muy importante esa capacidad de tener al otro en el abrir y cerrar de un libro.Su poema expresa mil delicadezas que su caballero aplaudirá embargado.¡Cuánto me gustaría ser el destinatario!

Anónimo dijo...

Estimado José,
A veces en un libro, podemos tener la capacidad de recrearnos y vivir en tercera persona.
ADIVINO, QUE USTEDES ES UN ESCRITOR ESCONDIDO, O UN AFAMADO LITERATO QUE NO DESEA DAR SU CLARIDAD, A QUIENES RECIEN INICIAMOS LA CAMINATA DE LAS LETRAS.
Mi agradecimiento por leerme, y ponerme estas líneas.
Meche