Burbujas que me impiden el paso, agobiada como iba
sólo me parecía que el tren no se detenía.
Además, en esa tarde risueña, me asustaba la hora
y la desdicha que esperaba.
Entre el atardecer y este libro que rodaba de mis manos,
no podía conciliar un descanso por la prisa de verte
al cabo de estos años
El tren estaba por partir, y no llegaba nunca a esa puerta
que parecía reírse por mi absurda persistencia.
Porqué y de dónde venías esas burbujas de amor de J.L. Guerra,
que me hacían sentir tan cursi y despiadada, a la vez.
Finalmente, la desazón llego al límite de sucumbir
ante mi propia añoranza de verte, ahí quedó todo.
Atascada entre el vaivén de mis ensueños
y nada más.
M.
15-03-14