lunes, 5 de enero de 2009

Oh Gaza.

Casi 1,5 millones de personas, en algo más de 360 kilómetros cuadrados
y ella cómodamente, lee asombrada las últimas nuevas.
Qué nuevas puede haber, si la muerte ronda entre ellos
con su significativo acento y aliento de pólvora.
Oh Gaza, hasta cuándo debe ella leer de la pobreza,
aislamiento violencia?.

Acaso la blanca Navidad, no llegó sobre ustedes?
Su origen étnico, su base de ser humanos, entes
como ella, no es la misma , cada día de Dios?.
Arameos, sirios, hebreos,
palestinos , israelíes,
el mundo está mirando
niños, ancianos, soldados.

Más de 500 muertes, y continúan
sin más razón que la sinrazón.
Una oración más, en esta hora
que el músculo duerme.

(Un alto al fuego).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Leyendole,querida señora, me he acordado de este poema de un autor español:
POEMA DEL PRESIDENTE


Cuando la bala vino,
parecía cansada
y se acostó, a mi lado,
en el suave diván
del bravo amigo.
Dijeron,
allá en el barracón,
los dos estudiantes,
que el corazón no tenía remedio..,
Y, al ver morir a un hombre,
pensé en el Presidente.

Raro,sí; pero había
una flor recién viva
de la que nada supe,
después de la explosión.
Y, del hoyo, en el campo,
donde el trigo subía
el mismo año pasado,
recogieron cascotes
para hacer una prueba.

Creo que, en retaguardia,
dijo el docto ingeniero
que el arma era maestra...
Y, al ver la tierra en llamas,
pensé en el Presidente.

Eramos cuatrocientos.
Más allá, otros millares
abrigaban la boca
de la sangre, igualmente.
Y, cada día, llegaba
el cochero de turno
y se llevaba a varios...
Muy cerca de mi puesto
se encelaban estrellas;
a la enfermera joven
le embargaban los vómitos,
y, al clavarme sus gritos,
pensé en el Presidente.

Después que los aviones
crearon el silencio,
flores de sangre anónima
se ofrecían al paso.
Y era todo un sendero
que no llevaba a nada.
La monja, destocada,
parecía de seda.
En el fondo, se aupaba
Un muro todavía...
Y, al contemplarme solo,
pensé en el Presidente.

Recuperado estaba.
La campiña era extensa
y, en primavera, todo
tiene valor profetico.
Iba nuevo: ¡ Otro hombre,
guerrero y confiado!
La bala parecía
llegar menos cansada...
Y, vidriados los ojos,
pensé en el Presidente.

El Presidente dijo:
«Hay que acabar con esto»
Y, en el acto, sumaron
un millón, los cadáveres.