miércoles, 3 de septiembre de 2008

Bajo la llovizna

Quisiera tropezarme y sentir la humedad que la calzada ofrece,
con la llovizna que te envuelve por esta tarde sin frontera.
No importa si tus cabellos cambiaron de rumbo y se aclaran
día tras día, así es y será por siempre.
Esta ley tan ingenua, nos avisa que el otoño será más largo,
nuestro verano se va retirando de a poco.

Sabes, ya empiezo a temerle. Te lo había dicho, en algún momento
cuando juntos andamos en la llovizna, sin temer un resfrío?.

Cuantas cosas, sin pensar en un mañana, ahora cuando aun queda fuerza
hay que vivir pura adrenalina, en esta noche de invierno
que sin encender la chimenea, se humedece más tu recuerdo.

Septiembre, una vez más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Señora. embargado por el aroma romántico de su otoñal poema, desearía ser su eterno compañero bajo la llovizna. Incluso, un poco ególatra, me gustaría que alguna vez su poema pudiera incluir mi comopañía en esos anocheceres de verano o bajo el paragúas de las primeras lluvias. Perdone si me considera un poco atrevido al manifestarle estos sentimientos desde un anonimato que me impone una situación laboral desastrosa por la cual no puedo, hasta que no mejore, dirigirme a una mujer, sin que mis compañeros se rían de mi ya que nopuedo ofrecer nada serio.

Anónimo dijo...

Anónimo:
Como los Paraguas de Cherburgo, del cual seguro no ha escuchado, ni menos visto, por su tierno paso en esta vida; puedo reclamarle que no deje de soñar.
Los paraguas, realmente ocultan y amparan, de un aguacero o llovizna. Pero también han sido cómplices, a lo largo de la historia de lo más intrincado que pueda recordar.
Sus palabras, impulsan, a seguir volcando, cuanto pensamiento gire a mi ser.
Puede en una tarde triste o en un volcanico verano, para el caso, es igual. Agradezco su necesidad de brindar unos minutos en leer.