sábado, 2 de agosto de 2008

Oh¡ Señor de Sipán.

Caminaba con las la manos en alto, como queriendo enseñar al cielo algo escrito en sus palmas. O podías hacerlo, por el simple hecho de querer tapar el sol que incandescente caía, en la tarde de febrero.
Pero, las palmas hacia arriba, como querer obtener energía en ese terreno, ahora árido, donde miles de años antes, pisaron con fuerza espantosa y aguerrida, el blindaje que marchaban fiero junto a ese señor norteño.
Sin doblegar sus espaldas pero sin osar mirar de frente, esa corte de doncellas, soldados y pajes, transitaban orgullosos, ante su Señor de Sipán.


Pisar el complejo arqueológico, le daba la seguridad de estar presente al lado de esos hombres y mujeres sin tiempo, que recorren por siempre las pirámides de adobe.
Oh Huaca Rajada, que enarbolaban la tumba de este hermoso Señor de Sipán, que ahora en maravillado espectáculo te recorren miles de miles, a diario.

Estas manos, mirando al cielo , lograban poco a poco el cometido de energizar, saber que Sipán, perteneciente a la Cultura Mochica(400 a 600 d C.), allá en Chiclayo, en el Norte del país que repercute al mundo: PERU, muestra nuevamente su oro y orgullo.
Su cerámica, su excelente metalurgia y orfebrería, quien diría que Verónica del Viento, nuevamente se encontraba con sus antepasados con la montaña, la laguna, el río, los cañaverales, el spondylus´, la plata, el oro, en fin, el mismo Señor que le salía al encuentro.


Ese febrero, fue interminable, esa tarde fue descomunal, esas palmas brillaron a lo alto. Fue el aplauso, al final. Como queriendo brindar por el esplendor que descubría, al mirar esa tierra ahora escondida al presente.
Al volver a la realidad, las tumbas estaban ahí entre calaveras carcomidas, entre piezas textiles con aun sus colores firmes, y sus vasijas. sus mujeres, sus soldados,su corte, sus animales. Todo encajaba perfectamente, pues la reconstrucción arqueológica había sido dada.


Verónica del Viento, asumió esta vez, su verdad. Retornar a su lugar de origen, a proseguir las excavaciones, con una fina brocha, mascarilla, zapatos especiales y con mucho cuidado.
Su labor de arqueóloga, debía terminar y dejar para el otro año, su decisión de casarse. Primero estaba su Señor de Sipán, y los miles de años que tranquilamente esperaban su descubrimiento, de ser una maravilla más al mundo contemporáneo.


mdeac.
02/2008

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El Señor de Sipan debe estar enloquecido de pasión al saberse cantado por una poeta tan esencial, tan creadora de lenguaje, de armonía, de belleza literaria.
Le felicito, Meche, por su delicadeza

Anónimo dijo...

Señor Anónimo,
Sus palabras impulsan a seguir caminando y anotando, lo que el alma desea expresar.
gracias.