martes, 6 de mayo de 2008

Siete.


Puedes entender, cuando respiro a tu lado
qué difícil es conciliar la ausencia?.
Cuántas hebras aparecieron desde entonces,
cuántas desde la madrugada con un primer llanto
que alegró hasta el último rincón nuestro.

No una hija, sino un hijo fortaleció el primer encuentro,
aquel descubrir, nuestra primera vez.
Más desde entonces, la piel se cansó de estar al sol,
al frío y a la falta de ti. Y las plateadas hebras nacían,
y la prosa ya no era igual.

Qué número tan bello, para enmarcarlo en oro,
el siete que ungen el amor, como la flor aromada
que como rosas rojas traías al iniciar el mediodía.
Flor estupenda, que se fue en una madrugada
sin fecha ni hora, sin recuerdo de voces en mi memoria.

Dos meses contiguos, que me hacen cada vez
temblar de impaciencia, y recorrer como autómata
mi verdad tan oculta. Con hebras más blancas,
con menos rosas rojas, pero con dos presencias
que imponen tu presencia, respiración y aroma.

Ambos del septimo día, son la realidad de sueño,
que divagamos en el café, aquella estival tarde.
Once años, que se guardan donde habitan
las noches tejidas con esmero, preponderancia y mucho amor.

mdeac
(7 y 7).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Señora, pensé escribirle unas frases de enamorado virtual, pero leí su blog y pensé que no debía turbar su impresionante recuerdo. Es Vd. la reina de la sensibilidad y ese poema al esposo que se fue, hilado con el amor a los hijos que le dejó, estremece y asombra. Permítame ser su admirador.

Anónimo dijo...

mUY BUENO, COMO SIEMPRE INSPIRADA EN LOPROFUNDO...¡¡¡¡