jueves, 1 de mayo de 2008

El nombre

Primero una fuerte brisa, luego un tumbo y estabas cerca,
cuando el frío calaba mis huesos transparentes y hastíos quemaban tus manos.
En la fragua estaba tu nombre querido,
cada palabra la seguí lentamente en un laberinto sin final,
cada vocal uniéndose al instante, para maravillarme señor feudal.
Poco a poco, te sentí cerca, volví a llamarte,
a tratar de retenerte pero mis labios no guardaban ya palabras.
Volveré a pronunciarte, pero estarás lejos
como esta noche de plenitud, de año sabático.

mdeac.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quisiera ser ese señor feudal que anhelas, porque leyendo tu blog, te imagino princesa encatandora, mujer fuerte de labios espesos por la miel en trance de encuentro apasionado.

Cuándo encontraré tus manos en las mías?