Y cuando se venga el otoño y esté cerca a ti,
vea tus manos enlaminadas dejar de estar y
tu sonrisa diluirse al entrar el alba.
Cuando no quede libros con tu nombre, que puedan
recordar las anécdotas que por montones incluías en
tu diario. Y se oscurezca la alfombra por las pisadas
de los absurdos intelectuales, que por una copa de vino,
se filtraron en nuestra alcoba.
Cómo ese jueves del último mes, cuando los hijos y
sus hijos, se confundieron entre la dicha de leer a Dumas y
mirar un Rembrandt.
Y tus Château Petrus, se acabaron convertidos en un
simple refresco de verano.
Tus rubicundos cabellos, inicien su destello hacia
una nieve perpetua, y ya entonces , muy de mañana;
busques más de un abrigo para sembrar un poco de
calor.
En ese momento, te acompañaré bajo la lluvia para
entonar nuestra canción. Y preguntar qué sucedió,
en aquel puente de cristal , iluminado
y latente en nuestros corazones.
M.
09-02-13
1 comentario:
En sus poemas está pasando Vd. de un romántico sentimentalismo, en cierto modo biográfico, a una intelectualización o literaturización espléndida, como si la apelación a los genios de la pintura le estuviera prestando desde la paleta genial un diccionario personal y, casi diría, genial.¡Enhorabuena!
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